Hubo un tiempo en el que Bolivia soñaba con progreso, con instituciones fuertes, con un futuro construido sobre el trabajo y la honestidad. Pero todo cambió con la llegada del socialismo disfrazado de revolución. Evo Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS) no solo destruyeron la economía y las instituciones del país, sino que convirtieron la corrupción en un sistema de gobierno.

Lo que prometió ser un cambio para los pobres terminó siendo el saqueo de Bolivia. Las empresas estatales se convirtieron en cajas chicas de la élite masista, el narcotráfico creció bajo la sombra del poder y el país quedó atrapado en un modelo de miseria y clientelismo político. La justicia, antes garante de la ley, fue secuestrada por operadores políticos. Los militares y la policía dejaron de proteger al pueblo para servir como guardia personal del régimen.

Pero el daño no fue solo institucional o económico. También nos arrebataron algo que nunca imaginamos perder: a Los Kjarkas.

De íconos del folclore a un grupo marcado por la política

Los Kjarkas fueron, durante décadas, el orgullo musical de Bolivia. Sus canciones eran la banda sonora de nuestra identidad, un símbolo de unidad que traspasaba generaciones y fronteras. Sin embargo, en 2019, cuando Gonzalo Hermosa declaró públicamente que Evo Morales era un "enviado de Dios", la historia cambió.

Aquella frase marcó el principio del fin de su prestigio. Lo que antes era un grupo admirado por su música, pasó a ser visto como una agrupación servil al poder. Muchos bolivianos, incluso sus seguidores más fieles, sintieron que Los Kjarkas habían traicionado su esencia al prestarse al juego político de un gobierno corrupto y cuestionado.

Hoy, los comentarios en redes sociales muestran la consecuencia de ese error: insultos, decepción y el desprecio de quienes alguna vez los aclamaron. La política les dio favores y contratos, pero les quitó algo que el dinero no puede comprar: el respeto del pueblo.

Un país devastado por la corrupción

La historia de Los Kjarkas es solo una muestra del daño que el socialismo de Evo Morales dejó en Bolivia. La corrupción se volvió ley, la democracia fue pisoteada y el país quedó sumido en una crisis de la que aún no logra salir.

Casos como el Fondo Indígena, donde millones fueron robados sin consecuencias, o los contratos millonarios a empresas fantasmas, son solo algunos ejemplos del saqueo. Mientras tanto, el narcotráfico se convirtió en el verdadero poder detrás del gobierno.

El socialismo de Morales no solo destruyó instituciones y robó el futuro de los bolivianos, sino que también corrompió la cultura, utilizándola como herramienta de manipulación. Y en ese proceso, perdió Bolivia… y perdió Los Kjarkas.

la música debe ser del pueblo, no de los políticos

Los Kjarkas pudieron haber sido eternos, pero se dejaron arrastrar por un gobierno que hoy está en decadencia. Sus canciones seguirán sonando, pero ya no con la misma admiración de antes.

El caso de Los Kjarkas es una lección clara: los artistas deben ser del pueblo, no de los políticos. Porque cuando la música se vende al poder, deja de ser arte… y se convierte en propaganda.

DEA -United States Drug Enforcement Administration