El Riesgo País de Bolivia volvió a aumentar, y esta vez alcanzó los 2.233 puntos básicos al cierre de la semana pasada, la cifra más significativa de los últimos años. De hecho, el país formalmente ocupa el segundo lugar dentro de la región en cuanto a riesgo crediticio, únicamente superado por la Venezuela del chavismo que ostenta un récord de 18.000 puntos básicos según estima JP Morgan.

Dentro del riesgo de Bolivia, el factor más importante es la eventual devaluación del tipo de cambio. El régimen cambiario del país estableció un dólar fijo en torno a los 6,9 pesos desde mediados de 2008, pero el banco central ya no tiene divisas suficientes para seguir respaldando esta paridad.

El valor del dólar se mantuvo fijo durante 15 años, y si bien el sistema logró anclar la demanda de pesos (y por lo tanto mantener controlada a la inflación), los precios minoristas acumularon una suba no menor al 60% desde entonces, provocando un profundo retraso del tipo de cambio real que desalentó artificialmente la exportación y alentó el ingreso de importaciones.

Hasta ahora, el Banco Central de Bolivia encubría el desequilibrio externo mediante la intervención del mercado cambiario con reservas, pero estas se fueron agotando en los últimos años hasta llegar a una mínima expresión en 2023.

El último informe de la autoridad monetaria boliviana, correspondiente al mes de agosto, denota por un saldo bruto de sólo US$ 2.147 millones, la cifra más baja por lo menos en el último medio siglo.

Pero incluso sobre esta cifra, un total de US$ 1.629 millones se corresponden con las tenencias de oro, existe una posición de US$ 45 millones en Derechos Especiales de Giro (DEGs), y finalmente la tenencia estrictamente nominada en divisas (principalmente dólares) sólo alcanza los US$ 437,9 millones al término de ese mes.

El stock de reservas netas en divisas disminuyó en más de 270 millones de dólares desde diciembre del año pasado, y se perdieron un total de US$ 12.600 millones desde mediados de 2015. El sistema no se puede sostener en el tiempo, y la devaluación latente amenaza con reevaluar automáticamente todas las deudas nominadas en divisas (perjudicando tanto al Estado como al sector privado).

Por otra parte, el déficit del Gobierno consolidado de Bolivia asciende al 5,7% del PBI según estima el FMI para el cierre de este año, y hasta ahora la mayor parte de los desequilibrios fiscales se financian con emisión monetaria.

El Gobierno se valía del régimen cambiario para mantener “controlada” a la inflación por la vía de la demanda de pesos, pero esta opción ya no es posible, y la principal vía de financiamiento en el último año fue el endeudamiento.