Ronald MacLean-Abaroa

Las experiencias de tres escrutinios, el referéndum de 2016 y las dos elecciones generales de 2019 y 2020, nos muestran tanto las posibilidades como las limitaciones de la oposición política al régimen masista.

Por un lado, el MAS que no tuvo impedimento alguno para conquistar democráticamente el gobierno en 2005 y luego destruir nuestra institucionalidad democrática. Por el otro, la capacidad del pueblo de movilizarse, ganarle el referéndum y echarlo del poder ante su fraude electoral de 2019.

El deterioro institucional se hizo patente con el debilitamiento y desaparición de los partidos políticos tradicionales. Ese objetivo se le hizo más fácil de lograr al MAS por el derrumbe casi simultaneo del MNR, luego de su caída en 2003, y la atrición a la que se sometió a ADN y al MIR al abstenerlos de participar en las elecciones posteriores a la presidencial de 2002. Ello provocó la muerte cerebral de ADN y la pérdida de la sigla del MIR, por su negativa a pagar una exigua multa para conservarla. ¿Qué motivó semejante descapitalización política simultanea y voluntaria de estas fuerzas nacionales? Algún día lo sabremos.

Lo cierto es que se le dejó al MAS, desde entonces, el camino expedito para arrollar electoralmente a la cada vez mas errática y débil oposición y prácticamente saquear al Estado hasta dejarlo en condiciones de anomia y quiebra institucional.

La desaparición de los partidos tradicionales ha privado al ejercicio de la política de cuadros nuevos, de los que naturalmente debieran haber surgido los líderes que hoy nos faltan. Liderazgo que no puede ser sustituido por figuras populares de otros ámbitos, con reconocimiento de imagen, pero sin formación ni experiencia política ni de administración del Estado.

Por lo tanto, es ilusorio encontrar un líder, un salvador, capaz de unificar a las fuerzas de oposición, sin caer nuevamente en las divisiones personalistas del pasado, frente a la próxima elección de 2025. No habrá un “redentor” bajado del cielo. ¡La cigüeña no trae guaguas!

Por ello, el proceso de unificación es tan importante como el resultado. El liderazgo debe surgir de abajo hacia arriba, en base a una competencia de ideales, ideas y programas, y no en base a quien es el dueño de la sigla, tiene más dinero y/o pueda montar un fraude. Pues la corrupción empieza por el financiamiento de las campañas.

Ese proceso servirá para inducir un liderazgo unificado, acorde con las circunstancias y las necesidades políticas. Será un mecanismo que induzca a la unidad de la oposición y produzca una candidatura fresca.

Pero como primer paso, ¡debemos empezar a ahorrar ya! para solventar esa única candidatura, que resulte del proceso de selección natural por competencia, mediante primarias que elijan al candidato presidencial y su lista.

Para ahorrar, mi propuesta es crear una “Bolsa única”, que sería un fondo fiduciario establecido, por ejemplo en Suiza, o en una moneda digital estable, para conformar justamente una bolsa de contribución política transparente para la campaña unitaria de la oposición.

A partir de ahora hasta la inscripción de las candidaturas para la elección general de octubre de 2025, todos los bolivianos podremos contribuir económicamente a ese fondo único, administrado por un directorio de apoderados idóneos, en una entidad internacional especializada, que garantice el correcto empleo de esos recursos, previamente previsto en un reglamento; a la vez que el del legítimo origen de los mismos.

Esas contribuciones no estarán predestinadas para ninguna campaña ni candidato en particular, sino serían para el ganador de la primaria (con ello se impide que las contribuciones se diluyan entre varios aspirantes) ¡y así nadie tampoco podría vender candidaturas ni comprarse candidatos!

Entonces, todo aspirante calificado a la candidatura única de oposición podrá aspirar a esa “Bolsa única” para financiar su campaña desde el momento de su inscripción, con sus listas de unidad con la mejor gente seleccionada, ante el Tribunal Supremo Electoral.

En mi criterio, ésta sería la mejor medida para construir la unidad, restituir la democracia, la justicia y la libertad, y evitar la corrupción política.