El nefasto exministro de Gobierno, Carlos Romero, quien desde 2012 hasta su fuga en 2019 protegió al narcotráfico del Chapare, reapareció afirmando que clanes familiares dedicados al narcotráfico actualmente se están fortaleciendo con una estrategia de expansión en territorio y mecanismos como el lavado de dinero, que se plasma en acciones que llegan incluso a la realización de conciertos y festivales, sin mencionar curiosamente al fútbol y la compra del Club Palmaflor.

Romero sostuvo que Bolivia está en riesgo de convertirse en un país productor de droga, en el cual se está normalizando el sicariato.

Afirmó que los narcotraficantes lavan dinero en construcciones, importación de vehículos a través de empresas sin autorización legal, conciertos y festivales de música.

Señaló que, incluso se compromete a alcaldías, gobernaciones, el "sistema político en su conjunto" y hasta algunos dispositivos comunicacionales.

El exministro detalló que Bolivia podría pasar de ser un país de tránsito de droga y procesamiento de pasta base a ser una región productora del narcotráfico.

Aseveró que esto ocurre por el descontrol en la distribución de precursores, la desinstitucionalización de la fuerza antidroga y el desmantelamiento de la Escuela de Garras en el Trópico, los dispositivos de control en Charaña y Viru Viru, y el centro internacional que se había creado en Santa Cruz para hacer una lucha multinacional contra las drogas.

El exministro explicó que en Bolivia no están carteles, sino emisarios o agentes constituidos en clanes familiares.

Según Romero, los clanes familiares devienen de los que ya se dedicaban al narcotráfico en el régimen de Hugo Banzer. Señaló que sus herederos fueron protagonistas de los narcovínculos en el periodo neoliberal y que ahora sus nietos operan en municipios de Beni y Santa Cruz articulados con el Ministerio de Gobierno para su protección.

Romero manifestó que por eso se dan avasallamientos como en Las Londras, a través de gente encapuchada y armada.