"Fueron siete horas, las más largas de mi vida" relata el periodista Mauricio Egüez, una de las víctimas del secuestro del grupo armado en la estancia Las Londras (provincia Guarayos, Santa Cruz) que se convirtió en un campo de torturas y graves violaciones a los derechos humanos.

"Nos emboscaron alrededor de las 11 de la mañana entre 15 a 20 personas totalmente armadas y encapuchadas, directamente a los otros colegas les quitaron las cámaras, les lanzaron al suelo, y dispararon a las cámaras de los medios de comunicación" recuerda el comunicador.

"Nos trasladaron hasta su campamento por lo menos a media hora del lugar donde estábamos y ahí se continuó con la tortura. Nos pusieron boca abajo, no nos dejaban mirar, ellos no dejaban que les miremos su cara y todo el tiempo nos pusieron boca abajo, nos patearon en el suelo, nos daban manazos, usaban la cacha de la escopeta", continúa Egüez en un relato que dio anoche a red Uno.

El periodista expuso su reloj que se conecta al móvil perforado por un proyectil de arma de fuego. "Ellos pensaban que con este reloj estábamos grabando". Arrancaron de su brazo y lo lanzaron al suelo, y de inmediato dispararon al aparato.

"Nos quitaron los celulares, las billeteras y nos grabaron, nos preguntaron quiénes éramos, quien nos habría pagado para estar ahí y nosotros le dijimos que hacíamos una cobertura y que queríamos hablar con la otra parte, por eso nosotros llegamos hasta el lugar".

Las explicaciones quedaron en el vacío. Los avasalladores de tierra, constituidos en grupos armados y encapuchados, sometieron a vejámenes a los comunicadores y a otras personas secuestradas.

"Nos tuvieron siete horas ahí y da mucha pena acordarse, ha sido muy traumático para nosotros periodistas y trabajadores de medios de comunicación", recordó.

"Nos dispararon a centímetros de nuestros pies y el polvo se suspendía, de esa forma nos sometieron, esto sólo lo vi en películas pero hoy lo viví en carne propia, que 15 o 20 personas con pasamontañas te disparen alrededor de tus pies, te quiten las cámaras. Dispararon a las cámaras (...), las cámaras de los otros colegas fueron dañadas por impactos de bala y a las camionetas donde nosotros habíamos llegado también les dispararon a las cuatro llantas".

"Es increíble cómo están organizados, están armados, son muchas personas, a una simple vista decir que hasta 50 personas están armadas con armas de fuego hasta con miras telescópicas, es una cifra muy alarmante", dice el periodista que logró salir con vida después de una negociación con los pobladores del lugar.

Silvia Gómez, periodista de la red Unitel, relató que estuvieron siete horas como rehenes. "Nos emboscaron, salieron del monte con armas largas, escopetas, directo a amenazarnos, a golpearnos; nos quitaron nuestras cámaras y les dispararon a nuestra cámara para destrozar nuestro material".

"A un colega le dieron con la culata de la escopeta y lo golpearon al periodista entre unas 20 personas" prosiguió.

El camarógrafo de la red Uno, Nicolás García, fue amenazado con ser quemado vivo si no "confesaba" quién lo había enviado al lugar. "Quién te pagó, quién te envió... le interrogaron mientras le daban manazos", relató su colega Egüez. Todas las torturas fueron filmadas por los verdugos, todos los interrogatorios fueron grabados en celulares.

Entre los secuestrados por la banda de avasalladores habían policías y civiles, según el relato de los periodistas. Uno de ellos, un coronel de Policia, se desmayó como consecuencia de los golpes que le propinaron en la cabeza.

Los periodistas que habían acudido a la cobertura fueron puestos boca abajo también fueron pateados sin consideran que fueran mujeres.

El fotoperiodista de El Deber, Jorge Gutiérrez, relató que "por un momento creí que no saldría vivo de allá, fueron horas de mucha tensión, pero a medida que las personas se fueron calmando y el coronel (Rolando Torrico) fue gestionando nuestra liberación, se me volvió el alma al cuerpo", según declaraciones realizadas al medio donde trabaja.

Percy Suárez, camarógrafo de ATB, relató las horas de terror que vivieron en manos de los avasalladores. Un agujero de bala en la cámara evidencia el riesgo al que expusieron sus vidas.

"Nos emboscaron al estilo de una película, a bala pura. Salieron del monte disparando sus armas. Nos disparaban a los pies para que no nos movamos", comentó Suárez al señalar cómo fueron retenidos por una veintena de avasalladores encapuchados y armados cuando se dirigían a la propiedad Las Londras, en la provincia Guarayos.