Un conversatorio de analistas planteó la necesidad de acabar con el sistema de bloqueo de caminos por considerarlo un instrumento criminal de lucha y porque en el último conflicto social, ese método ha llegado a su fin por la repulsa de la población en general que en estos momentos lucha por salvar la vida de sus enfermos por coronavirus.
El general en reserva de las Fuerzas Armadas Tomás Peña y Lillo, el sociólogo Rafael Puente y el historiador Robert Brockmann, compartieron un panel en Erbol, donde analizaron los efectos del reciente bloqueo que impidió el transporte de oxígeno, ocasionando la muerte de más de 30 personas y el desabastecimiento de productos de la canasta familiar.
Peña y Lillo sostuvo que la democracia debe que tener sus propios medios de defenderse ante las personas que hacen lo que les da la gana, como cuando obligan a los transeúntes a arrodillarse o padres de familia quienes quieren pasar llevando comida a sus hijos o cuando atacan a una ambulancia.
Indicó que cuando los bloqueadores piden diálogo debe existir un límite porque no se puede dialogar con un sordo o con una persona que no quiere entender, por tanto, se debe evitar que esto continúe porque va a perjudicar a Bolivia y al nuevo gobierno.
“Tenemos que acabar con los bloqueos para comenzar una mejor etapa, a donde vamos a llegar andando en paz con serenidad y hacia el progreso el momento que acabemos los bloqueos”, dijo a tiempo de señalar que es importante que la justicia sancione a los que cometen delitos y crímenes en medio de las movilizaciones de presión.
Aseguró que para que Bolivia pueda tener futuro no debería repetir los errores que ha cometido. “Tenemos un error gravísimo que se llama bloqueo indiscriminado y salvaje, tenemos que terminar; no tiene que haber nunca más”, afirmó.
Brockmann, historiador y periodista, subrayó que mientras no se perciba que ha fenecido el ciclo histórico de la utilización del bloqueo como instrumento, el diálogo o la aplicación de la ley siempre será un dilema.
Sostuvo que cuando se agota el diálogo no significa meter bala, sino la opción de utilizar la ley y no ceder ante dirigentes irracionales y ante los que han cometido delitos. “Yo creo que este es un punto de inflexión muy importante porque se ha creado la conciencia de que el bloqueo es un instrumento criminal”.
Puente coincide con Brockmann en sentido de que el bloqueo se ha vuelto un instrumento criminal, mucho más en un momento de crisis sanitaria. “Ha sido imperdonable que no haya podido llegar oxígeno, ha sido imperdonable que muera gente porque unos deciden bloquear y quien acaba pagando eso es quien ha quedado sin atención de salud y se ha muerto a causa de los bloqueos”.
Señaló que la pregunta es si la solución tiene que ser violenta, represiva o tiene que ir por el diálogo, que sería ideal para que distintos sectores de la sociedad y dirigentes del bloqueo puedan conversar sobre sus problemas.
Empero advierte que si eso continúa, de alguna manera “tenemos que ponerle fin al tema de los bloqueos. Se trata de un país que está al borde de la crisis más seria de los últimos años y eso requiere paz, tranquilidad, dedicarnos a trabajar y acabar con esto que es violencia popular que no lleva a nada. Si no hacemos ese esfuerzo vamos a acabar suicidando como país”, manifestó.
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