El embajador permanente de Bolivia ante la Organización de Estado Americanos (OEA) considera que las publicaciones de diarios norteamericanos como el New York Times (NYT) o Washington Post (WP), que han amplificado estudios de diversos consultores internacionales que ponen en duda el fraude electoral en Bolivia en octubre pasado y sostienen la tesis de un golpe de Estado, son parte de lo que él denomina fake news, pero también una expresión de una “fractura ideológica muy profunda en la región”.

En su opinión, ninguna universidad norteamericana seria ha escrito sobre este tema, “lo que han hecho es contratar a operadores bastante vinculados ideológicamente para replicar un estudio que originalmente lo hizo una institución llamada CPR (Center for Economics and Policy Research), que es dirigido por Marke Weisbrot, que era y es muy cercano al gobierno de Venezuela y es uno de los operadores del Grupo de Puebla; un activista radical”, señala Aparicio.

Aparicio sostiene que el informe del que se desprenden estas publicaciones tiene un doble propósito: debilitar a Luis Almagro para atacar debilitar una de las “joyas de la corona de la OEA” que es la cooperación electoral y destruir la idea de que hubo un fraude electoral en Bolivia para instalar la idea de que hubo un golpe.

La representación de Bolivia ante la OEA ha dirigido una queja al MIT (Massachusetts Institute of Technology) –que patrocinó una de estas publicaciones- y se ha recibido una carta de respuesta en la que se enfatiza los autores de los estudios que niegan el frauden en Bolivia no pertenecen a esta entidad, aunque habrían trabajado allí con anterioridad; de ello se deduce que habrían sido contratados por Weisbrot.

Esta representación, dirigida por el embajador Aparicio, ha dedicado esfuerzos a esclarecer las publicaciones que niegan el fraude, junto con la Oficina de Cooperación Electoral, que le ha dado relevancia al tema porque pone en juego el trabajo de las misiones electorales de este organismo internacional, que tiene más de 20 años asistiendo procesos electorales en la región.

En cuanto al último artículo, publicado por el NYT semanas atrás, Aparicio revela que el principal autor del estudio, Francisco Rodríguez, ha sido jefe de campaña de Henri Falcón, militar, político y abogado venezolano que fue candidato presidencial en las elecciones presidenciales de Venezuela en 2018, “para legitimar la elección de Maduro”. Francisco Rodríguez, además, habría participado de la venta de bonos de deuda del Gobierno venezolano que hicieron tanto Chávez como Maduro.

La tesis del “no fraude”

Este es “un falso debate”, de acuerdo al embajador Aparicio, pues “en estadísticas hay muchas opiniones diferentes, sin mencionar que la base de datos estaba corrompida”.

“Lo que determina la auditoría de la OEA son delitos electorales, como falsificación de actas y la penetración de dos servidores ilegales que han dañado la integridad de la elección. Es un fraude que va desde la campaña, desde el uso de bienes del Estado por el gobierno de entonces”.

El telón de fondo de esta campaña de negación del fraude es, para Jaime Aparicio, la confrontación entre organismos como el Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo y la OEA. Aparicio dice que “hay una en la región una fractura ideológica entre los países del Grupo de Lima, por un lado; y por otro México, Argentina, Venezuela y la mano de Cuba por detrás. “En medio de ese juego ha caído Bolivia; estos países buscan reconstituir su proyecto regional y esto pasa por legitimar a Evo Morales y ayudar a que gane su partido. ¿Cómo lo legitiman? Diciendo que no hubo fraude, que lo que hubo es un golpe. De paso logran debilitar las misiones electorales de la OEA para que no tengan la contundencia que tienen actualmente y debilitan a Luis Almagro, que es un enemigo declarado de estos grupos”.

Visiones polarizadas sobre Bolivia

Según Aparicio hay una visión polarizada sobre lo acontecido en Bolivia, “durante 14 años ha habido un total desinterés por Bolivia (en el exterior); prácticamente desaparecimos del mapa”.

Opina que todo el proceso ciudadano de lucha por la democracia, contra el prorroguismo y contra los abusos del Gobierno de Morales han sido ignorados hasta que se produjo la caída de Evo Morales. “Nadie se ha dado cuenta de lo que estaba gestándose en Bolivia, ha sido invisibilizado en el exterior y la única narrativa que empezó a verse y ser tomada en cuenta era que se había ido un indígena y que había habido una reacción de la derecha, del fascismo, en contra de los indígenas. Esa historia que no solo se alejaba de la verdad sino ignoraba el movimiento ciudadano, creó una historia binaria de la realidad, que es la que se ha difundido”, sostiene.

La OEA en la región

Aparicio, que lleva muchos años trabajando en el ámbito del derecho internacional, democracia, derechos humanos y estado de derecho en Latinoamérica, señala que la OEA ha sufrido una gran transformación y ha recuperado su gravitación internacional en los últimos meses.

“Todos recuerdan lo que fue la OEA con (Miguel) Insulza (…) el argumento de Insulza fue: ´yo no puedo hacer más de lo que me piden los Gobiernos, soy empleado de los Gobiernos y hago lo que ellos piden´. Almagro, que también viene de la izquierda, adopta una medida opuesta; él dice: ´yo soy nombrado por los Gobiernos, pero me debo a las reglas de juego que tiene la OEA, la Carta Democrática, la Convención Interamericana de DDHH, los protocolos de reforma de la carta de la OEA, las resoluciones de la Corte Interamericana, etc. Todas reglas de juego que son vinculantes; y se pone a defender principios como la democracia y el estado de derecho. Es entonces que se enfrenta a Venezuela, a Cuba, a Evo Morales. Esa nueva OEA se ha consolidado. Ahora la OEA tiene mucha relevancia, es importante en la geopolítica latinoamericana”.